Ya no podía seguir siendo una persona que tomara el SAT por otros. 😔

Bangkok, 2014.

La última vez que hice trampa en el SAT al tomarlo para alguien fue en 2014. Estaba a finales de mis 20s, pero aún pensaba que podía pasar por una estudiante de secundaria si vestía adecuadamente.

Ese día, llevé una camiseta polo simple con una falda plisada, tratando de parecer una estudiante tranquila e inocente. No usé maquillaje porque mi hotel estaba un poco lejos del centro de exámenes y no tuve tiempo esa mañana, además mi cabeza todavía palpitaba por todo el modafinilo que había tomado. Además, sabía que la mayoría de las chicas de secundaria chinas no lo usan.

Pensaba que me veía convincente, tal como las docenas de veces que había tomado el SAT y el ACT anteriormente, pero estaba equivocada.

El centro de examen estaba en una escuela internacional en Bangkok, y la entrada ya estaba llena de estudiantes y sus padres. Vi a un padre tailandés acomodado dejar a su apuesto hijo y desearle suerte para el examen en tailandés.

Mientras caminaba hacia la entrada, sosteniendo una identificación falsa mal hecha y mi boleto de admisión—ambos con una imagen mal photoshopeada que se suponía era una mezcla de mi rostro y el de la estudiante para quien estaba tomando el SAT—me di cuenta de uno de los supervisores. Era un hombre blanco de mediana edad con gafas, y sus ojos parecían seguirme. No miraba a nadie más de esa manera. Mi estómago se apretó, pero mantuve la cabeza baja, apreté mi boleto y seguí caminando.

Cuando intenté entrar al centro de examen, se paró frente a mí. “¿Eres estudiante?” preguntó, mirándome directamente.

Me quedé helada. Mi corazón comenzó a latir con fuerza y mi mente se puso en blanco. Por un segundo, pensé que me habían atrapado. Pero me obligué a sonreír y mantener la calma. “Sí, señor,” dije suavemente, tratando de sonar tímida e inocente.

No se movió de inmediato. Siguió mirándome como si intentara descubrir algo. Todo mi cuerpo estaba tenso, y sentía que todos a nuestro alrededor nos observaban. Estaba segura de que tomaría mi identificación falsa y llamaría a alguien. Estaba lista para correr.

Pero luego, después de lo que pareció una eternidad, me dio una pequeña inclinación y se hizo a un lado. Entré rápidamente, manteniendo la cabeza baja y tratando de no mostrar lo asustada que estaba. Cuando finalmente me senté en la sala de exámenes, solté un largo y tembloroso suspiro.

Más tarde, descubrí de la manera difícil que debería haber mantenido la guardia alta durante todo el tiempo, pero esa es una historia para otro día.

Años después, cuando vi la película tailandesa Bad Genius (2017), las intensas escenas se sintieron como un déjà vu.

El examen en sí transcurrió sin problemas, y terminé sin inconvenientes. Pero la pregunta de ese supervisor me perseguía:

¿Eres estudiante?

Me di cuenta de que ya no me veía como una colegiala. Mi rostro y comportamiento ya no eran suficientes para engañar a la gente haciéndoles creer que era una adolescente. Ese día en Bangkok no fue solo un llamado de atención—fue el momento en que supe que mis días de actuar como estudiante tomando el SAT y ACT habían terminado.

Oh, obtuve un 2380 ese día (de 2400).

— Daisy